sábado, 18 de agosto de 2012






Cesar Davila ANdrade








Cesar Dávila Andrade nació en cuenca el 2 de noviembre de 1919, fue uno de los escritores ecuatorianos más representativos del país, y señalado como el mayor representante del relato breve ecuatoriano. El poeta era hijo de un empleado público y una ama de casa que cosía para ayudar a sostener económicamente a la familia. Curso la primaria en la escuela de los hermanos cristianos. Después se matriculo en el normal Manuel J. Calle donde aprobó hasta el segundo curso. También estudio un año en la Academia de Bellas Artes. Su tío Cesar Dávila Córdova era poeta y crítico y un primo hermano Alberto Andrade Arrezaga se inyectaba morfina y era famoso en el periodismo azuayo por magistrales escritores que firmaba con el pseudónimo de Brumal. A este primo dedicaría en 1934 su primer poema conocido  La vida es Vapor.

Vencía fácilmente a sus compañeros jugando al brazo, media algo más de 1.60  m. Tenía una voz de tenor excelente para recitar, su complexión era delgada, los hombros anchos, se peinaba el cabello lacio y negro hacia atrás sin raya y a la moda tango: Sus ojos negros, profundos y grandes, la boca finísima, la nariz aguileña y como era el tipo medio árabe, cuando vivió en Quito le comenzaron a decir  El Faquir. Apodo con la q ha pasado a la historia, pues contaban sus amigos que de tanto beber comía tan poco como faquir. Por las tardes y a la salida del trabajo, paseaba por el patio familiar con un gato dormido en su hombro. En otras ocasiones leía con el gato sus libros raros, como él llamaba a los de Ciencias Ocultas.

Su producción se reparte entre el verso, la narración y el ensayo. En 1946, con prologo de Galo René Pérez  publico Espacio, me has vencido, verso. En el mismo año, dos poemas: Oda al Arquitecto y  Canción a Teresita. En 1951, Catedral Salvaje, verso. En 1952, Abandonados en la tierra, cuentos. En 1955, Trece relatos, Cuentos. En 1959, Arco de instantes, verso. En 1967, Boletín y elegía de las mitas, verso. En edición póstuma, sin fecha, Poemas de amor. Sus ensayos, preponderantemente de crítica literaria, han aparecido en folletos, revistas y periódicos, pero no son números. Espacio, me has vencido es uno de los más hermosos libros de poemas que se han escrito en el país.

En 1959 leyó  las Noticias Secretas de América y las mitas del Prof. Aquiles Pérez y apasionándose por el indio y su tragedia, escribió Boletín y elegía de las Mitas. Ese año público su poemario Arco de Instantes en donde lo incluyo posteriormente el boletín fue traducido al quichua por Manuel M. Muñoz Cueva y se convirtió en una poesía antológica por telúrica, americana en cuanto a épica
y a lirica.

El grupo literario Madrugada fue fundado por Dávila Andrade junto al publicista Galo René  Pérez  en Quito. En la revista del grupo el autor solía publicar sus poemas, además de escritos críticos y políticos. De vida bohemia y aficionado al consumo de bebidas alcohólicas, en esas circunstancias contrajo matrimonio con una mujer algo mayor que él, gracias a  cuyo apoyo y al de un hijo de esta, ya profesional, pudo ir a radicar en Caracas.
Allí trabajo, por poco tiempo, en la Biblioteca Nacional, y posteriormente en radiodifusoras y periódicos y revistas, como colaborador literario. Sus hábitos de bohemia, transitoriamente sofocados, reaparecieron pronto con más crudeza. En un sagaz artículo que publico en una revista de caracas condeno amargamente las formas de la vida contemporánea, reguladas por los mercados que atrapan el alma colectiva y la someten a un fácil convencimiento, a través de sus engaños aparatos de propaganda. Esas páginas muestran el grado de su desolación personal, y parece que anuncian el final de una existencia que había perdido ya, irremediablemente, su sabor el sentido de su disfrute, sus propósitos y sus esperanzas. En efecto, en un día de mayo de 1967, se suicidio cortándose la aorta.

VIVENCIAS DEL AUTOR

Para ayudar al mantenimiento de la casa ingreso de amanuense en 1936 a la corte superior de justicia, con un sueldo bajísimo, que entregaba a su madre diciendo   ahora si estoy feliz, porque ya no tengo medio en el bolsillo, aunque después le solicitaba prestamos para comprar cigarrillos de envolver.
Desde siempre le habían atraído las ciencias ocultas y en algunos de esos estudios, sobre todo en el Rosacrucianismo . También  Practicaba el hipnotismo con su hermano menor Olmedo, A quien una tarde no pidió hacerlo volver en sí. Aunque no acostumbra realizar ejercicios físicos, tenía el tórax musculado y era muy fuerte, lo que le atribuía a ciertas formas de respiración y a concentraciones mentales.
Era un hombre generoso, inalterable en su bondad, capaz de convivir y trabajar hasta con sus enemigos, que ni él, a pesar de todo, pudo evitarlo. Pero era, asimismo, intransigente en el campo de las creaciones artísticas, porque estas se le representaban como un ejercicio sagrado. No contemporizaba con la falacia ni con la frágil vanidad de los mediocres.
Escribió dese la adolescencia, en su propia ciudad. Y  también desde entonces, y allí mismo, aprendió el gusto de una bohemia estimulada por las bebidas alcohólicas. A comienzos  de la década del cuarenta. Dávila Andrade encontró el trabajo modestísimo de empaquetador de publicaciones. Uno de sus enemigos velados, que alguna vez confeso inadvertidamente que odiaba hasta el traje arrugado que llevaba el pobre poeta, lo cancelo bajo pretexto de que no ajustaba su labor a los horarios establecidos, que casi nadie, ni el mismo drástico funcionario, respetaba esto determino su intento de suicidio, y una existencia aun más incierta, mas desordenada, vagabunda y dolorosa, en medio de la cual siguió escribiendo una poesía inmaculada, milagrosamente libre de toda sucia y abominable salpicadura.  


Cesar Dávila Andrade, Ecuador, 



Infancia muerta
Aquellas alas, dentro de aquellos días.
Aquel futuro en que cumplí el sitio.
Aquel pretérito en que seré un niño

Desierto, tu quemaste la quilla de mi cuna
Y detuviste a mi Ángel en su Agraz.

La madre era ascendida al plenilunio encinta,
Y en su suceso cóncavo
Trasladaba sus hijos a sus nombres
Y los dejaba solos,
Atados a los postes de los campos.
Arrimada a su paño de llorar,
Venia la Nodriza,
Tan humilde
Que no tenia derredor ni Dios,
Yo le bese en la piel los labios más profundos
De su cuerpo,
Y desperté en el fondo de su vientre
Al niño sucesivo que no muere.

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